Con el paso del tiempo te das cuenta de que las miradas se compran caras, el mundo te engaña, te rodean sonrisas falsas y estúpidas mentiras. Ya nada es lo que era, todo aquel cuento de hadas del que vivías y ahora te das cuenta de la cruda realidad, que duele, pero no queda más remedio que aceptarla. Todos eses miles de amigos que tenías te apuñalan por la espalda y los verdaderos se cuentan con los dedos de la mano. Aquel te quiero que iba a ser eterno y se desvanece en el silencio. Nos miramos unos entre otros sin saber qué decir, pero eso no va a aliviar nuestro dolor, mirando todo con los ojos gachos no conseguiremos nada. Hay que mantener la cabeza alta, manteniendo la mirada firme, hacia arriba, imaginar un mundo lleno de color, que las gotas de lluvia de aquel día gris se conviertan en pequeñas salpicaduras de pintura, que le den un poco de alegría a la vida. Regalar miradas no cuesta nada, ¿Tristes o felices? Es tu decisión.
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