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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Crecemos, y nos vamos haciendo mayores.

Acuérdate de esas épocas en las que los amigos lo eran todo, llegábamos a clase con la camiseta metida debajo de los pantalones como nos la había puesto nuestra madre y tan tranquilos, corríamos a por ese juguete que todos querían, ese día sería nuestro. Nos peleábamos, nos reñían y enfadados aprendíamos, aunque parecía que no, pero aprendíamos, poco a poco nos fuimos dando cuenta de que para alcanzar el cielo hay que tener una buena base. Querías ser un goleador, ser princesa de aquel príncipe que nunca apareció, "juegos de niños" como muchos dicen, pero, ¿Sabes? Tú también fuiste niño y ahora te ríes de eses "jueguecitos tontos" del que tu eras esclavo. Todo era felicidad en su mayor parte. Crecíamos poco a poco, dedicábamos demasiadas horas a la tele, que luego intercambiamos por el ordenador. Fuimos despachando eses juguetes que nos hicieron tan felices en su momento, ese osito que dormía con nosotros se dirigía al sótano en su caja de cartón. Los amigos que iban a ser eternos se alejaban lentamente de tu vida, y los pocos que te quedaban no eran los verdaderos. Conoces caras nuevas, que poco a poco llegarán a ser para ti parte de tu vida. Hay más complicaciones, problemas, nos enamoramos, en fin, somos adolescentes. Queremos seguir creciendo, como lo queríamos antes, pero no sabemos lo que nos espera en nuestro futuro, quizás no sea como lo deseamos. Queremos hacernos sentir mayores, pero en el fondo, seguimos siendo eses niños, que le cuentan un chiste de lo más malo y se ríe a más no poder, de los que le dan una pagita roja y no, porque yo la quiero azul, y azul tiene que ser. Hacemos tonterías, locuras, estupideces ¿Llamarnos infantiles? Adelante, pero ¿Sabes?, te aseguro de que lo eres tanto como yo.

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